miércoles, 1 de abril de 2015

Tú.

Tus ojos. Tu mirada. Esa manera en la que me atrapas dentro de ti y haces que lo vea todo de otra manera. Eres simplemente tú. Tan perfectamente imperfecta, que me resultas increíble y a veces tengo miedo de que no seas real, y solo existas en mi mente... Tal vez sea la demencia que me crea esa manera que tienes de mirarme, morderte el labio, y besarme, la que hace cada momento a tu lado tan inolvidable. Dime, ¿quién soy ahora? Desde que apareciste en mi vida, ya no me reconozco al mirarme en el espejo... Aunque el mejor espejo, son tus ojos. Esos ojos brillantes, tiernos y expresivos que tienes, y en los que me veo reflejado de una manera que nunca había visto... O mejor dicho, sentido. Es como si al mirarte, y verme ahí, viera lo mejor de mi. Eso que solamente tú consigues sacar. Y el poder ver más allá de lo que expresas, y sentir como si te conociera mejor que a mi mismo, sin necesidad de decir nada, es mágico. 
Me haces ver lo bonito dentro de una mente y un corazón destrozados, y eso es lo más hermoso de este mundo. 
Tu boca. Tu sonrisa. Esa paz que me trasmites, y se sentimiento de felicidad que me genera el saber que soy yo el motivo de tu bienestar y tus sonrisas más grandes, no tiene nombre... Y no lo necesita. Ambos sabemos lo que es, lo que sentimos y lo que representa... Es algo nuestro. Como esos momentos de silencio entre besos y caricias, que me hacen sentir en una nube. Qué me quedo con los ojos cerrados, y lo único que escucho es tu respiración y el latir de tu corazón, mientras solamente puedo sentir y pensar en tus caricias por mi espalda, mi cuello o mi torso. Me dejas anestesiado. 
Esa manera tan tonta de picarnos, y besarnos entre sonrisas, hace que me vuelva más loco aun. Más loco por no dejarte marchar, y cuidarte lo mejor posible. Por hacerte sentir viva. 
Y sí, tengo ganas de desaparecer, y que todo el mundo se olvide de que existo... Pero quiero qué tú vengas conmigo. No me imagino a una compañera de viaje mejor, la verdad. Quiero que sientas lo mismo que yo al llegar a algún sitio difícil, tumbarnos, y mirar el cielo mientras pasa el tiempo, y nada importa más que tú y yo. Rodearte con mis brazos, y que se acabe el mundo si quiere, que solo me importaras tú. 
Todo es tan raro cuando estamos juntos... Se apaga todo lo que hay a nuestro al rededor, y solo puedo escuchar tu voz como la melodía más hermosa que he escuchado nunca. Eres tú. Soy yo. Dos almas rotas, que han encontrado la calma juntas.

lunes, 30 de marzo de 2015

Nuestras grietas se complementan...

El título habla por si solo, ¿no? Es gracioso... Hace ya un tiempo, que me a parecido una eternidad que no iba a terminar nunca, me dije a mi mismo <<Nunca más volveré a sentir nada por nadie, porque eso solo hace que me rompa más y más cada vez que crece algo dentro de mi, y no puedo controlarlo.>>... Y ahora, ¿qué? Llega una musa, danzando entre mis paginas y mis pensamientos, haciendo que olvide todo, y encuentre mi Edén en su regazo, y me rompe los esquemas de una manera sencillamente preciosa. Es... Pura poesía al hablar, al mirarme, al hacerme sentir libre atrapado en sus ojos. Pero no todo es tan bonito, por desgracia... Ambos arrastramos cadenas y un pasado con el que lidiamos día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto... Pero todo cambia cuando estamos juntos. El tiempo se para. El pasado se esfuma. Solo somos ella, yo, y esas ganas terribles de fundirnos en la piel del otro que difícilmente somos capaces de controlar. Adoro recorrer su cuerpo con mis dedos, y perderme entre los surcos de su pelo; morderle el labio tras besarla, y que sonría de esa forma tan tonta y que tanto me gusta... Son mil emociones las que provoca en mi interior, y no sé muy bien como explicarlas; aunque tampoco es necesario hacerlo. 
A veces, sobran las palabras, y basta con los hechos.
"Nuestras grietas se complementan."  
Son las palabras que me han dicho nunca, y es lo que mejor define lo que siento ahora mismo. Es la comprensión y la paz que me da en tiempos en los que, por suerte o por desgracia, no anda nada bien, ella es lo único bueno que tengo. Y digo por suerte, porque aun dentro de lo malo, ella brilla como una rayo de luz travieso que se abre paso entre la oscuridad para hacerme la vida más amena... Más bonita. La veo en todas partes... En mi libreta, en la televisión, en las paredes, en el espejo, en los ojos de la gente, en las sonrisas de la gente... Es mi primer pensamiento al despertar, y el último antes de dormir. Me esta volviendo loco... Un tanto demente, tal vez. Pero, ¿sabéis qué? Me encanta. Y si me tienen que poner una camisa de fuerza por ella, que sean sus brazos. Que si me tienen que callar, que sea con sus besos. Y si me tengo que ir, solo querría que ella fuera mi acompañante. Solo ella es capaz de entender cuando "hablo a medias" y mis silencios, y siento como si la conociera más allá de lo vivido o los gustos... De una manera más... Real, tal vez. 
En ocasiones tengo miedo de que todo esto sea solo un sueño, fruto de mi soledad y mi desquicio... Pero si así fuera, por favor, pido que nada ni nadie me despierte, pues esto es todo lo que tengo... Todo lo que quiero.

domingo, 29 de marzo de 2015

Letargo.

¿Cuanto ha pasado desde la ultima vez que me afloje la soga? Han pasado meses, y la soga se ha ido apretando más y más cada día que pasaba, hasta el punto de no poder respirar, ni hablar, ni sentir, ni vivir... Todo era oscuridad, era demencia, era dolor, era sangre deslizándose por mis ojos en forma de lágrimas, y yo no podía hacer nada más que tragarme todo lo que estaba pasando, y apartarlo por la gente que estuvo a mi lado. Y, ¿para qué? De los que fuimos, ¿cuantos somos aun? Apenas dos o tres, con una suerte infinita, y ni siquiera hablamos... Me mata. Y, tal vez, ya llevé tiempo muerto, pero aun no lo he aceptado porque tengo miedo al olvido, porque ya fui olvidado. 
Han sido meses de perdidas, de desesperación, de gritos ahogados, de dejarme los nudillos y la garganta en todas partes en las que nos veíamos antes... Pero eso se acabo hace tiempo. Se acabo, porque me canse de tragar el humo de la cortina que pusiste para ponerme a mi como el malo en todo, y me siento imbécil por tragarme tus mentiras. Y ahora que he conocido a otra persona, que me hace sentir que la conozco sin conocerla de verdad, y qué, por primera vez en mucho tiempo, me hace sentir bien, y cambia todo el curso de mi historia en pocas palabras, no puedo mostrar lo que siento, porque tengo miedo... ¿Y por qué tengo miedo? Por tu culpa, en parte. Porque me has roto, y ahora me da la sensación de que rompo todo lo que toco, y, romper a alguien que ya esta roto, y qué, no intento reconstruir, pues me gustan sus pedazos, no es mi visión de querer cuidar a alguien.
Pero si no soy capaz ni de mirar por mi, ¿cómo voy a mirar por otra persona? El problema es que no puedo pensar solo en mi, y olvidarme de los demás, porque no soy así. Aunque no se merezcan mi apoyo por "X" motivos, voy a estar ahí. Porque sí. Porque soy gilipollas y antepongo la felicidad de quien me importa a la mía. Pero ser el motivo de la sonrisa de alguien, y sobretodo de la de mi musa, es recompensa suficiente para cerrar mis heridas, aunque sea de forma temporal. 
Todo esto solo son lamentos y delirios sin ton ni son, ni pies ni cabeza, ni sentido ni razón; es mero desahogo para el alma, resumido en algunas lineas que no puedo terminar porque las lágrimas no lo permiten. Esto no es un punto y final, solamente lo dejo hasta que lo vuelva a necesitar...