Tus ojos. Tu mirada. Esa manera en la que me atrapas dentro de ti y haces que lo vea todo de otra manera. Eres simplemente tú. Tan perfectamente imperfecta, que me resultas increíble y a veces tengo miedo de que no seas real, y solo existas en mi mente... Tal vez sea la demencia que me crea esa manera que tienes de mirarme, morderte el labio, y besarme, la que hace cada momento a tu lado tan inolvidable. Dime, ¿quién soy ahora? Desde que apareciste en mi vida, ya no me reconozco al mirarme en el espejo... Aunque el mejor espejo, son tus ojos. Esos ojos brillantes, tiernos y expresivos que tienes, y en los que me veo reflejado de una manera que nunca había visto... O mejor dicho, sentido. Es como si al mirarte, y verme ahí, viera lo mejor de mi. Eso que solamente tú consigues sacar. Y el poder ver más allá de lo que expresas, y sentir como si te conociera mejor que a mi mismo, sin necesidad de decir nada, es mágico.
Me haces ver lo bonito dentro de una mente y un corazón destrozados, y eso es lo más hermoso de este mundo.
Tu boca. Tu sonrisa. Esa paz que me trasmites, y se sentimiento de felicidad que me genera el saber que soy yo el motivo de tu bienestar y tus sonrisas más grandes, no tiene nombre... Y no lo necesita. Ambos sabemos lo que es, lo que sentimos y lo que representa... Es algo nuestro. Como esos momentos de silencio entre besos y caricias, que me hacen sentir en una nube. Qué me quedo con los ojos cerrados, y lo único que escucho es tu respiración y el latir de tu corazón, mientras solamente puedo sentir y pensar en tus caricias por mi espalda, mi cuello o mi torso. Me dejas anestesiado.
Esa manera tan tonta de picarnos, y besarnos entre sonrisas, hace que me vuelva más loco aun. Más loco por no dejarte marchar, y cuidarte lo mejor posible. Por hacerte sentir viva.
Y sí, tengo ganas de desaparecer, y que todo el mundo se olvide de que existo... Pero quiero qué tú vengas conmigo. No me imagino a una compañera de viaje mejor, la verdad. Quiero que sientas lo mismo que yo al llegar a algún sitio difícil, tumbarnos, y mirar el cielo mientras pasa el tiempo, y nada importa más que tú y yo. Rodearte con mis brazos, y que se acabe el mundo si quiere, que solo me importaras tú.
Todo es tan raro cuando estamos juntos... Se apaga todo lo que hay a nuestro al rededor, y solo puedo escuchar tu voz como la melodía más hermosa que he escuchado nunca. Eres tú. Soy yo. Dos almas rotas, que han encontrado la calma juntas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario