Llegue, y ahí estaba ella... Tan hermosa como siempre. Tan solo comparable con la luna llena.
Se acerco a mi, sonrojada y sonriente. Yo, como siempre que la veía, no podía dejar de esbozar una sonrisa tonta, de oreja a oreja... ¿Como no sonreír ante la mujer que ocupa mi mente a todas horas? Simplemente, me resulta imposible no hacerlo.
La cogí de la mano, mientras la miraba a los ojos... Ella sonrio dulcemente, y se escondio en mi hombro. Sin soltar su mano, emprendimos nuestro camino... Dimos un paseo por la ciudad, hasta que llegamos a un parque... Por el camino, nos parabamos todo el tiempo, para abrazarnos... Echaba tanto de menos el cobijo de sus brazos...
Era todo tan bonito... Parecia uno de esos sueños de los que uno, no se quiere despertar.
Una vez en aquel parque, nos sentamos. El tiempo parecia pasar mucho más despacio... Parecía que no pasaba. Su frente contra la mia... Sus ojos, eran el espejo en el que mirarme... Sus labios y los mios, estaban a muy pocos milimetros los unos de los otros...
Era ese tipo de beso, que se da más con la mirada, que con la boca.
Nos levantamos de donde estabamos sentados, y nos pusimos a hacer los tontos un poco... Le hacía cosquillas, ella se "enfadaba", yo la abrazaba por la espalda... Se daba la vuelta, y vuelta a empezar.
De un momento para otro, empezarón a caer un gotitas de lluvia... Y empezo a llover. Poco, sí... Pero llovia.
Bajo la atenta mirada de la lluvia, nos miramos a los ojos... Y ese beso que tanto ansiaba en aquel momento... Ese que estaba tan cerca, y tan lejos... Llego.
Entonces, supe que era la magia.